En las estaciones de servicio, los talleres mecánicos o los túneles de lavado, se producen residuos de origen petrolífero que pueden contaminar gravemente el medio ambiente. Es por ello, que es imprescindible tener cuidado de donde van a parar este tipo de residuos. En este contexto, entran en funcionamiento los separadores de hidrocarburos.
El artículo 254 del Real Decreto 846/86 prohíbe totalmente el derrame de fluidos de origen petrolífero en los acuíferos y en la red pública de alcantarillado. La función de los separadores de hidrocarburos es precisamente la de separar restos de hidrocarburos, combustibles, aceites, o cualquier otro fluido no soluble, del agua. Así, se consigue que el agua procedente de talleres mecánicos, gasolineras, parkings, granjas, etc … llegue limpia a la red de captación de aguas residuales, cumpliendo las exigencias legales y permitiendo compatibilizar estas actividades económicas con el cuidado del medio ambiente.
¿Cómo funciona? No deja de llevarse a cabo un proceso de decantación, donde primeramente, los elementos más pesados se van al fondo del depósito. Suelen ser arenas y tierras que arrastra el agua. En cuanto a la parte fluida, mediante la diferencia de peso específico entre el agua y los hidrocarburos, estos últimos, se van a la parte superior.
A continuación, hay que traspasar el agua de un compartimento a otro mediante un proceso llamado coalescencia: el agua todavía contiene gotas minúsculas de hidrocarburos y mediante este proceso, se consigue que las partículas menos densas unan entre ellas para formar una gota superior y sea de fácil separación (similar a lo que ocurre con las gotas pequeñas de mercurio, que tienden a unirse entre ellas para formar una gota grande).
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